lunes, 30 de abril de 2012

31 de Mayo... Javier Corcobado con Banda

avier Corcobado nació en Frankfurt (Alemania) en 1963, hijo de emigrantes madrileños. A los dos años su familia se mudó de nuevo a Madrid. Poeta y músico de la desesperación y el desgarro, Corcobado ha sido considerado por la crítica durante años como el príncipe del underground nacional. Ha sido uno de los artífices de buena parte de los grupos más avanzados y arriesgados de la música española de los ochenta: 429 Engaños, Mar Otra Vez y Demonios Tus Ojos. Es a partir de 1989 cuando comienza su carrera en solitario con el disco "Agrio Beso", creando poco después su propia banda: Corcobado y los Chatarreros de Sangre y Cielo. Un gran grupo cuya columna vertebral ha estado formada por Nacho Colis (batería), Justo Bagüeste (vientos y teclados), Nacho Laguna (bajo), Javier Arnal (guitarra) y Susana Cáncer (hammond). Desde entonces y hasta finales de los noventa, ha desarrollado una intensa carrera discográfica tanto con su grupo como con proyectos paralelos como Corcobado y Cría Cuervos (con el que demostraba su pasión por los boleros) o junto a los gijoneses Manta Ray (dejando como resultado el álbum "Diminuto Cielo"). En 1999 edita "Corcobator" y en 2003 "Fotografiando al corazón".
A lo largo de toda la carrera de Corcobado, el artista y la persona se confunden en los borrosos límites de la pasión y la vida apurada al borde del abismo. Autodestructivo, excesivo siempre, arriesgado, su música se ha ido moviendo también a lo largo de diferentes etapas siempre comprometidas. Desde sus primeros pasos cercanos a la No Wave neoyorquina, con Suicide, James Chance y Mars como referentes inmediatos, hasta sus posteriores incursiones en géneros como la chanson francesa, el bolero o la canción melódica, pasando también por algunos jugueteos con la música electrónica y la reivindicación de clásicos como Jim Morrison, Leonard Cohen, Kurt Weill o William Burroughs.
Corcobado ha conseguido combinar todas estas referencias con una personalidad inequívoca hasta hacerlas propias con el riesgo y la pasión como hilos conductores.






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